No puedes parar el tiempo…pero sí atrasarlo

¡¡Hola a todos!!

Como todos sabréis, porque las noticias ya se encargan de recordárnoslo, este domingo se termina el horario de verano, atrasando una hora de reloj a las 3 a.m. del domingo. Las buenas noticias son que podremos dormir una hora más el domingo (ya podría ser para el lunes que se agradece más 😛 ) y que tendremos más horas de luz naturales, anocheciendo antes.

Pero, ¿alguna vez os habéis preguntado el por qué de este cambio de horario? ¿A qué época y a quién se remonta?

Para los curiosos, aquí os dejo un pedacito de historia que seguro os gustará:


El inicio de esta idea se remonta al año 1784, cuando Benjamin Franklin, siendo embajador de Estados Unidos en Francia, envió una carta al diario Le Journal de París en la que proponía algunas medidas para el ahorro energético.

Franklin propuso tres medidas: imponer un gravamen a las personas cuyas contraventanas impidiesen la entrada de luz a sus habitaciones, regular el consumo de cera y velas, y hacer repicar las campanas de la iglesia al amanecer para que todo el mundo se levantase a la misma hora.

Estas propuestas no se tomaron en serio, pero al poco tiempo comenzaron los primeros experimentos de iluminación con gas, cuya peligrosidad hizo plantearse seriamente el tema del ahorro energético.

Así, poco a poco, las ideas de Franklin fueron retomándose y evolucionando hasta llegar a la conclusión de que lo más conveniente era cambiar la hora, una medida que no se instauró plenamente hasta 1974.

Fuente: http://www.planetacurioso.com/2007/04/06/por-que-y-cual-es-el-origen-del-horario-de-verano/

Espero que os haya gustado este artículo y, sobre todo, ¡¡que el domingo os acordéis de cambiar la hora!!

Recordaros también que en breves se anunciarán las fechas para el albergue que haremos un fin de semana (de noviembre seguramente) así que estad atentos al blog o al twitter 😉

Un abrazo muy grande, nos vemos mañana en los grupos.


«Tan a destiempo llega el que va demasiado deprisa como el que se retrasa demasiado.» William Shakespeare.


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